Significado de nombres en guaraní. Misiones baluarte de la herencia guaranítica en el país


En la Argentina, la provincia con mayor herencia guaranítica es la provincia de Misiones. Cuando el hombre blanco llegó a estas tierras, sus parajes, tribus, arroyos, saltos de agua como también su fauna y flora, todas eran conocidas con sus nombres en guaraní, distinción que perdura no obstante los avasallamientos y despojos que injustamente vino sufriendo a lo largo de su gloriosa historia. 

Como de Misiones a nivel nacional todos los medios nada dicen de esta legítima identidad guaranítica y donde otros se arrogan esa herencia, elaboré una lista con nombre en guaraní que pueden observarse a lo largo y ancho de “Ibý-marabé-í”, La Tierra Sin Mal” de los misioneros.

Para mayor contundencia y para desmentir esas pretensiones, es en la tierra colorada donde todavía sobreviven más de veinte comunidades originarias en plena selva, conservando sus idiomas, credos y costumbres milenarias y donde son ejemplo de solidaridad y amor y respeto a la madre Naturaleza porque siguen siendo sus insobornables y fieles defensores no obstante la indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de protegerla. 

Como nadie, nuestros indios misioneros son expertos en utilizar las plantas para la curación y mejorar la calidad de vida de sus comunidades, inclusive con ciertos yuyos neutralizar las picaduras de víboras o eliminar “las piedras” en los riñones. Por eso, allá por la década de los ’80, con ese gran amigo que fue Luis Honorio Rolón, nos adelantamos a advertir que de la selva misionera algún día saldrá la medicina que necesita la humanidad.

En esas tribus, como también en el resto de Misiones, nadie alardea de ser los únicos propietarios del sapucay como tampoco del payé, ya que esas costumbres pertenecen en general a este sector del Continente, y muy fundamentalmente, a la zona de la selva paranaense, como ocurre en el Paraguay, parte del Brasil y, en la Argentina, en Misiones, Chaco, Formosa y también Corrientes.

No pude hacer traducir la totalidad de los nombres en guaraní que caracterizan a todo el territorio misionero, con la colaboración  de la profesora Betty Chávez y el amigo Rubén Ayala Ferreyra. Pero bueno sería que quienes dicen defender la identidad misionera, al menos completen esta lista agregando otras referencias que son muchas para que, como ejemplo, los turistas sepan que quiere decir Moconá, Iguazú, Tabay, Oberá o Garupá, entre otros y que, la mayoría de los misioneros desconocen.

Capioví: paja o pasto azul; Mitaí Vera: niño brillante; Pirá pytá: pescado colorado; Guatambú: árbol con madera blanco-amarillento; Tupí: nombre de una nación guaraní; Itapúa: piedra de punta; Toro cuá: cueva del toro; Guazupí: pie de venado; Apereá: conejito de la selva; Caá yarí: Diosa de los yerbales; Tarumá: olivo silvestre/una parcialidad de aborígenes guaraníes; Cumandaí: poroto pequeño; Itakuáa: cueva; Porá lindo; Porá miní: lindito; Ytororó: murmullo de las aguas; Chororó: corredera; Ybaté: alto; Teyú: lagarto; Pirú: delgado; Aguará: zorro; Yaguareté: tigre americano, símbolo de Misiones; Cuñataí: señorita; Teyú cuaré: cueva del lagarto; Cabureí: búho pequeño, ave de la buena suerte; Mbay: denominación del indio al español; Aldea Iryapú: sonido del agua; Mburucuyá: pasionaria, planta trepadora medicinal; Manguruyú: pez enorme de río; Payé: hechicería, para bien o para mal; Sapucay: grito agudo y prolongado, de alegría y también de desafío; Tacurú: hormiguero; Guaina: señorita; Mitaí: niño/niña pequeña; Poriajú: pobre; Eyo coape: vení acá; Caú: borracho; Ñanderoga: nuestra casa; Cherubichá: mi jefe; Mbopicuá: cueva del murciélago; Panambí: mariposa; Garupá: lugar donde amarran las canoas; Oberá: lo que brilla; Caraguatay: cerdo pequeño; Iguazú: agua grande; Piray Guazú: arroyo de los peces grandes; Piray Miní: arroyo de los peces chicos; Tabay: pueblo chico; Yabebirí: arroyo de las rayas; Ñu Porá: campo lindo; I-porá: es lindo; Moconá: el que traga todo; Cuña Pirú: mujer flaca; Itaembé: piedra filosa; Uruguay: río de los pájaros. El idioma guaraní también sirve para distinguir a personas populares como Mandové Pedrozo (bagre grande y chato) o a Tunguzú Velázquez (pulga) dos grandes amigos que se prodigaron apasionadamente por esta “tierra sin mal”.

Para Completar:
Tuyutí, Acaraguá, Ñacanguazú, Pindapoy, Tarabú, Tacuaruzú, Tamanduá, Pindaití, Iyuhí, Piratiny, Aguaraí Guazú, Aguaraí miní, Paticuá, Pepirí Guazú, Caá Yarí, Garuhapé, Mbarigüí, Chapá, Urutaú, Tarumá, Yabotí, Coatí, Ytú, Tuí Cuá, Yacuy, Uruzú, Mbocay, Ñarakatiá, Itacurubí, Aldea Perutí, Aldea Iraka Mirí, Aldea Itao Miní, Caá Catí, Barbacuá, Itacaruaré, Pindoí, Urugua-í, Parana-í, Cainguas, Mbororé, Yacyretá.

Últimamente nuestros gobernantes comenzaron a resaltar las hazañas patrióticas de Andrés Guacurarí que desde 1986 espera su monumento en la Plazoleta Misiones, en la Ciudad de Buenos Aires. Ojalá también hagan el esfuerzo de saturar con carteles nuestras rutas advirtiendo con antelación los lugares históricos de esta provincia como hace años ocurre en otras provincias pero que no tienen la cantidad y trascendencia de los hechos ocurridos aquí desde 1641 con la Batalla de Mbororé. 

Y que en cada acceso y salida de esta provincia, la más antigua de Argentina, se destaque e impresione carteles con la leyenda: “BIENVENIDOS A MISIONES – Ybí-marabe-í- LA TIERRA SIN MAL DE LOS MISIONEROS”.

Este tesoro argentino que es Misiones, está rodeado y protegido por ríos y arroyos que también son símbolos de la cultura guaraní y, para mayor orgullo de esta bendita tierra colorada, aquí perduran para siempre héroes que tanto se brindaron por la Patria Argentina, como Guacurarí, Abiarú, Ñeenguirú, Chepoyá, Sitý, Areguatí, Nepuray, Manduré, y tantos otros para reafirmar como sostenía ese otro gran amigo y colega que fue Antonio Monzón: “Difícilmente se hallará en la Historia Nacional otra provincia que haya dado tanto por la causa común y haya sido más injustamente despojada y olvidada en la trayectoria de su existencia hasta desaparecer, descuajada, sin que quedara más que el hálito de lo que fue vivo: el espíritu indomable del guaraní a través de sus románticas leyendas, de los muros aún enhiestos de sus ruinas, de los papeles enmohecidos que reconstruyen su pasado glorioso…”

Hacen muchos años que las Cataratas del Iguazú ya eran conocidas como “séptima maravilla del mundo” pero no ocurrió lo mismo con la verdadera historia de Misiones. Ya es hora de hacerlo.

Fuente: Diario El Territorio - Autor: Alberto Mónaca


 

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