El último jesuita y el mito del “kechuita”


Esta historia popular entre los guaraníes de nuestra región nace a partir de un jesuita que no pudo ser deportado a Europa.

La incomparable experiencia vivida entre guaraníes y jesuitas perduró en los mitos y leyendas que se fueron transmitiendo de generación en generación a lo largo de más de dos siglos entre los nuevos pueblos guaraníes que fueron ocupando el espacio que había sido abandonado por sus hermanos frustrados por la “utopía” jesuítica. Éstos, como se ha repetido en esta columna, se mezclaron con los criollos, produciendo un mestizaje que caracteriza al hombre del Litoral en los tiempos actuales.
Los nuevos grupos indígenas “mbya” y “pay tavyterá” no sólo reocuparon sus selvas, sino que también tomaron elementos de su historia, la interpretaron a su manera y la incorporaron a su milenaria espiritualidad ancestral. Entre esos mitos se destaca el del “kechuita” que se halla firmemente incorporado a la mitología de los mbya, quienes relatan que...
“…un varón virtuoso (el kechuita) había alcanzado la perfección espiritual (agwyjé) gracias a su amor al prójimo y sin sufrir la prueba de la muerte se traslada al país de los bienaventurados, el “Yvy mará he' y” (la Tierra sin Mal) donde él mismo crea, al igual que otros hombres divinizados a lo largo del peregrinar, su propia morada en la tierra áurea. Antes de su partida pidió a su pueblo que “siguiesen sus huellas y superen sus obstáculos” para poder gozar también de ese país. De lo contrario quedarían abandonados. Dicho esto partió en su “apyka”, una especie de silla de montar y nunca más regresó”.
Esto lo ha escrito León Cadogan, un autodidacta paraguayo, quien vivió entre los mbya y a quien le debemos el entendimiento de la espiritualidad de los guaraníes de hoy. Se sobreentiende que el varón virtuoso, el “kechuita”, es una figura legendaria que recuerda el paso de los sacerdotes de la Compañía de Jesús en el pueblo guaraní. Es evidente que lo que se mitifica es la expulsión de los jesuitas. Pero la utilización del singular “el Kechuita” y no del plural “los Kechuitas” origina interrogantes acerca de la existencia de “algún” cura en particular que haya inspirado el mito. El “Pai” Martínez, antiguo cacique de Fracrán, comentaba que “le habían contado que un Padre pudo escapar de su apresamiento y que vivió muchos años entre ellos y que les prometió reencontrarse algún día…”. Y este mito, como la mayoría de ellos, tiene en la historia su explicación.
Hacia 1792, cuando el caos y la decadencia de los pueblos guaraníes después de la expulsión de los Jesuitas había llevado a implementar una serie de infructuosas políticas de salvamento por parte de la Corona española, un rumor sacudió a la Corte del rey Carlos IV: un furtivo sacerdote jesuita había quedado escondido en los montes cercanos al pueblo de San Carlos. Hacía ya 24 años que los Padres habían sido expulsados de la Provincia del Paraguay. Sin embargo el rey creyó la historia y ordenó su inmediato apresamiento junto con la apertura de un sumario “que compruebe que es un jesuita quien seguramente es el promotor del caos de las Misiones mediante malas influencias sobre los guaraníes en contra de España”. La orden fue remitida al virrey del Río de la Plata, Nicolás Arredondo y éste la trasladó al gobernador del Paraguay, Joaquín de Alós. Éste, por su parte, consultó al gobernador de Misiones, Francisco Bruno de Zabala, quien finalmente inició la investigación. Toda la región misionera fue rastrillada. Se consultó a los administradores de los pueblos, se apercibió a los comisarios, caciques y a los propios indios con amenazas de duros castigos a quienes ocultaran información. Sin embargo, después de un tiempo, desalentado Zabala responde que “…del tal jesuita no hay noticias”. Indica Bartomeu Melia que “…si esas autoridades hubieran averiguado conversaciones y consejas, que toman las cambiantes formas del fuego chisporroteante alrededor del cual se tejen las fábulas, se habrían percatado que efectivamente ya había nacido la leyenda del jesuita oculto y omnipresente en los montes de las antiguas Misiones”.
¿Quién era ese tal jesuita “oculto entre los montes”?. ¿Había quedado realmente algún sacerdote por estos lares? Sí. Francisco Brabo, quien catalogó los inventarios de los pueblos después de la expulsión, da cuenta que, cuando llegaron los ejecutores de la orden real al pueblo de Apóstoles, se encontraron que un viejo sacerdote de 82 años, enfermo y postrado en una cama desde hacía varios años, que no podía ser trasladado a Yapeyú junto con el resto de los expulsos para, desde ahí remitirlos a Europa. Por eso decidieron dejarlo bajo el cuidado del nuevo sacerdote del pueblo, un mercedario.
El P. Furlong, principal cronista de la Historia de las Misiones Jesuíticas dice que este sacerdote, el P. Francisco Asperger, nacido en Insbruck en 1678, vivió en Apóstoles por cuatro años más después de la expulsión y falleció allí en noviembre de 1772, siendo enterrado en el altar de esa iglesia. Fue famoso por sus descubrimientos de hierbas medicinales y por su capacidad de “sanador”.
Félix de Azara escuchó la historia del “jesuita oculto” cuando estuvo demarcando las fronteras entre España y Portugal. En su obra “Geografía física y esférica de las provincias del Paraguay y Misiones de Guaraníes”relata que el “último jesuita” habría muerto a la edad de 114 años. Pero la fábula llegó aún más lejos. En la década de 1820, cuando esta región estaba prácticamente desierta, un viajero alemán, Johann Rudolph Rengger, narra que entre los indios del lugar “hay un jesuita, al cual honran como padre y consejero, el cual es tan viejo y decrépito que todos los días deben sacarlo al sol para que se caliente”.
Y en los tiempos presentes el mito sigue vivo. Es común escuchar en las áreas rurales de Corrientes historias que hablan de sacerdotes que viven ocultos en los montes, que se han transformado en inaccesibles a partir de la vivencia de estos mitos. O aquel otro mito que perdura en San José que relata la presencia de un jesuita que custodia la cripta en la que están enterrados sus compañeros para que descansen en paz.
Historias constadas y retransmitidas por generaciones con nuevos matices, pero que forman parte de un único hecho histórico interpretado de diferentes maneras de acuerdo a la región donde se ha originado el relato.

Fuente: Diario El Territorio
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Las Misiones Orientales bajo la administración portuguesa.

Los Siete Pueblos Orientales de las Misiones Jesuíticas fueron ocupados a partir de 1801 por la corona portuguesa. Allí se inició un proceso de poblamiento que consolidó la frontera.

Después de la batalla de Mbororé, en 1641, las regiones de evangelización de la Provincia Jesuítica del Paraguay se concentraron definitivamente en 30 pueblos alrededor de los ríos Paraná y Uruguay. Quince de ellos se asentaron en lo que es hoy territorio argentino, ocho en actual territorio paraguayo y siete en el actual estado de Rio Grande do Sul.
Durante la época jesuítica estos ríos, Paraná y Uruguay, junto a sus principales tributarios, sirvieron de medios de transporte y comunicación entre los pueblos. Pero después de expulsados los Jesuitas, en 1768, la grave decadencia en la que cayeron las Misiones de guaraníes, sumado a los enfrentamientos políticos y territoriales entre España y Portugal, llevó al fraccionamiento del conjunto de los pueblos. Fracciones que comenzaron a depender de nuevos estados.
Tal el caso de los Siete Pueblos orientales. En 1801, a partir de razzias de milicias dirigidas prácticamente por bandoleros mercenarios pagados por el Gobierno portugués, sin oposición alguna ocuparon el territorio hasta el río Uruguay, que se constituyó en la nueva frontera entre Portugal y España, expandiendo el límite anterior, sobre la Cochilha Grande.
Esa ocupación de los Siete Pueblos concretó una vieja aspiración de la corona portuguesa, frustrada inicialmente en épocas de la Guerra Guaranítica pocos años antes de la expulsión de los Jesuitas. Con esta posesión, en 1801, culminaba un proceso de poblamiento portugués en los confines meridionales del Imperio, iniciado en 1737 con la fundación del presidio de Rio Grande y Laguna o Porto dos Casais (llamado luego Porto Alegre). A fines del siglo XVIII una decena de familias patricias ligadas al Regimiento de Dragones de Rio Grande se distribuían el dominio de la frontera con la Banda Oriental, dedicadas especialmente a la explotación ganadera y a la industria del cuero y charque que se exportaban a Sao Paulo y Minas. Desde la década de 1760 ese poblamiento había llegado hasta la Cochilha Grande, límite con las Misiones Jesuíticas. Por ello, la conquista de los Siete Pueblos permitió completar el poblamiento hacia el oeste, hasta el río Uruguay.
En el espacio ocupado por la corona portuguesa, había existido, en tiempos jesuíticos, el departamento de San Miguel. Este se transformó en la Comandancia Militar de Misiones que nucleó a los Siete Pueblos. Su función fronteriza y la enorme distancia que la separaba de la Capitanía de Río Grande, ubicada sobre el Atlántico, a 600 kms de allí, obligó a desarrollar una administración de tipo militar. Los malos caminos, los complejos accidentes naturales y las escasas comunicaciones dieron a la región misionera un carácter muy autónomo respecto al gobierno de la Capitanía. Por ello, los Comandantes militares y sus subalternos tenían funciones importantes como la de otorgar terrenos fiscales, hasta la administración de Justicia ante la ausencia de juzgados, que recién serían creados en 1827. También debían ejercer el control policial del contrabando fronterizo, preparación de las milicias, etcétera. Este importante ejercicio de autoridad y la autonomía de su poder, le confirieron a estos comandantes militares una influencia decisiva entre los habitantes de la región. De algún modo, se suscriben en estos elementos, las raíces de la “Revolución Farroupilha” que se desarrollara en la década de 1830 en la región riograndense, revolución que pretendía la independencia y autonomía total de este territorio respecto al resto del Imperio del Brasil.
En relación a la administración de las comunidades de guaraníes, los comandantes militares siguieron respetando el sistema de comunidad, con algunas restricciones. Se establecieron en cada uno de los pueblos un administrador, un ayudante y un cura. La mitad de la semana los naturales trabajaban para su comunidad y el resto del tiempo para ellos mismos.
En 1809 se creó el municipio de Rio Pardo, pasando la Comandancia de Misiones a depender de aquel, pero sólo de manera formal, pues los comandantes siguieron poseyendo sus facultades extraordinarias.
En 1820, finalizadas las luchas del Comandante de las Misiones Orientales, Francisco das Chagas Santos con Andrés Guacurarí, Sao Borja, la capital del distrito ejercía jurisdicción política y religiosa desde el río Ibicuy hasta el río Ijuí, unos 300 kms de sur a norte. Casi la misma distancia comprendía la jurisdicción de este a oeste, desde el río Uruguay hasta la Cochilha Grande. En 1827 se crearon los Juzgados de Paz, cuando ya se había erigido la Provincia de Rio Grande do Sul. San Borja fue sede del distrito antedicho.
En 1835, cuando el comercio fluvial sobre el río Uruguay comenzó a cobrar nuevo impulso, se creó la Aduana de San Borja, cuya principal actividad económica fue el tráfico de yerba mate extraída de los yerbales silvestres de la floresta misionera.

Fuente: Diario El Territorio.
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Misiones y la Revolución de Mayo.


En 1805 la Junta de Fortificaciones y Defensa de Indias decidió que Misiones y Paraguay debían unirse bajo un mismo mando, para defender la frontera con Portugal. El comandante Tomás de Rocamora solicitó la separación e independencia.

"...el inicio del Siglo XIX encontró a las Misiones de guaraníes en un acelerado proceso de decadencia. Su población se había reducido a la mitad de quienes la habitaban al momento de la expulsión de los jesuitas, efectivizada en 1768. Pero a la crisis social y económica, se le sumó una grave crisis territorial, al fraccionarse el territorio por la invasión lusitana de 1801 que incorporó al Imperio de Portugal los Siete Pueblos al oriente del río Uruguay. Este curso fluvial quedó, de hecho, por la fuerza, como frontera entre España y el Imperio lusitano. Este hecho, sumado al proceso de decadencia que vivían los pueblos, agravó la situación político-administrativa de la provincia guaranítica.
Por Real Cédula de 1803 se había ordenado que Misiones constituyese una gobernación unificada, sin dependencia ni de Asunción, ni de Buenos Aires, como venía ocurriendo desde 1782 con la Real Ordenanza de Intendentes. Para efectivizar la decisión de una gobernación autónoma, el Rey nombró titular al Teniente Coronel don Bernardo de Velazco. En septiembre de 1805 la Junta de Fortificaciones y Defensa de Indias, organismo metropolitano, decidió que Misiones y Paraguay debían unirse bajo un mismo mando, prioritariamente militar, para defender mejor la frontera con Portugal. Bernardo de Velazco se hizo cargo el 5 de mayo de 1806 de la Intendencia del Paraguay, conservando su cargo de gobernador de Misiones. El Virrey Liniers, que conocía muy bien Misiones pues la gobernó entre 1803 y 1804 nombró el 2 de Mayo de 1808 como Comandante de Armas de Misiones a don Agustín de la Rosa, quién renunció muy poco después por desavenencias con Velazco. En esas circunstancias, el nuevo Virrey, don Baltasar Hidalgo de Cisneros nombró al Coronel Tomás de Rocamora al frente de Misiones, el 5 de diciembre de 1809. Este militar nicaragüense se había destacado en esos años por las luchas contra los minuanos y charrúas. Estando en Belén, pequeña población de la Banda Oriental en estas lides, se hace cargo de la administración misionera, en abril de 1810. De allí se dirigió a Yapeyú, donde estableció su sede. Allí lo sorprende la noticia de la Revolución de Mayo, casi un mes después, el 18 de junio de 1810. Ese mismo día contestó a la Junta Provisional de Gobierno expresando: “..mi reconocimiento a VE y contribuiré con cuanto a mí dependa, a propagar y mantener la uniformidad de los mismos sentimientos…”.
En ese momento los subdelegados de Misiones eran José de Láriz en Yapeyú, Pablo Thompson, en Concepción y Francisco Martínez Lobato en Candelaria. Este último, al recibir información de los acontecimientos del 25 de Mayo, convocó el 8 de julio a los corregidores y caciques de los cabildos de los ocho pueblos de su departamento para solemnizar el reconocimiento al nuevo gobierno. En la Sala Capitular de Candelaria estos representantes prometieron acatamiento al nuevo gobierno patrio. En Yapeyú, al día siguiente se realiza acto semejante con representantes de los pueblos de ese departamento.
El subdelegado de Concepción, Pablo Thompson, en tanto tuvo una actitud conspirativa contra el nuevo gobierno patrio reconociendo al Consejo de Regencia español como gobierno. Y en la propia sede del gobierno misionero, Yapeyú, a los pocos días del acatamiento al nuevo gobierno, Rocamora debió sofocar un levantamiento del subdelegado José de Láriz, en connivencia con el cura dominico de ese pueblo, Fr. Lorenzo Gómez.
Días previos, el Gobernador del Paraguay, Velazco en un Congreso Provincial reunido en Asunción el 24 de Julio resolvió reconocer al Consejo de Regencia instalado en Cádiz, como su máxima autoridad, no aceptando, por consiguiente a la Junta Porteña. De inmediato ordenó a Rocamora que siguieran su ejemplo.
La gravedad de la situación llevó a Tomás de Rocamora a solicitar, el 10 de agosto de 1810 que, “…se separe a esta provincia de Misiones, del mando y de toda relación de dependencia del Paraguay, pues mientras dure dicha relación, están estos departamentos comprometidos y azorados, entre dos mandos opuestos…”.
 Y razones no le faltaban a Rocamora para este pedido, pues el 19 de agosto, a instancias de Velazco, el subdelegado de Candelaria, Francisco Martínez Lobato realizaría una ceremonia idéntica a la del 8 de julio anterior pera esta vez para reconocer y jurar fidelidad al Consejo de Regencia español. Igual ceremonia se desarrollaba en Santiago, mientras el subdelegado de Concepción mantenía su postura inicial de no acatamiento a la Junta Porteña. Sólo Yapeyú, con Rocamora al frente se mantenía fiel al gobierno patrio en ese momento.
Mientras ello ocurría, Velazco, con una tropa de 600 hombres se establecía en San José desde donde reclamó la remisión de todo el armamento existente en los departamentos de Candelaria y Concepción. Al mismo tiempo ordenaba la captura de Rocamora, “para imponerle ejemplar castigo… por sedicioso perturbador público y traidor al Rey”.
Esta clara actitud bélica de Velazco llevó a que la Junta porteña ordenara el 16 de septiembre la total separación de Misiones de toda relación de dependencia del Paraguay. Así Misiones lograba, en medio de esta confusión  político-administrativa, el derecho a ser considerada una más entre las Provincias Unidas del Río de la Plata, al pasar a ser una entidad jurídico-política sólo dependiente del gobierno central de Buenos Aires".

Fuente: Diario El Territorio
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Residuos Solidos Urbanos en el NEA

Una investigación de las cuatro principales universidades públicas del Nordeste argentino avanza en caracterizar la problemática de los residuos sólidos urbanos del NEA, y destaca que el ritmo de crecimiento de las ciudades amerita la urgente definición de políticas de manejo.
La investigación se denomina “Estudio de Gestión y Tratamiento de Residuos Domiciliarios y Urbanos en Ciudades Intermedias" y cuenta con la participación de investigadores de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), de la Universidad Nacional de Formosa y la Universidad Tecnológica Nacional de Resistencia.
El objetivo es elaborar un diagnóstico ambiental inicial y un mapa regional de la problemática de la gestión y tratamiento de residuos domiciliarios y urbanos de la región NEA.
Con esa información se está trabajando en la elaboración de propuestas específicas de gestión integral de residuos.
En el marco del estudio se está realizando un diagnóstico ambiental y un estudio de los sistemas de gestión de residuos en una muestra inicial de nueve ciudades distribuidas en las cuatro provincias del Nordeste, con proyección de ampliar a otras ciudades a efectos de alcanzar un mapa regional lo más preciso posible de la situación en la problemática.
“En el estudio se abarca la escala regional, urbana y domiciliaria, pues el manejo de los residuos para ser exitoso requiere un articulación de esas tres escalas” explicó el director del proyecto, el arquitecto Mario Berent, magíster en Gestión Ambiental y Ecología, y docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNNE.
Sostuvo que en el marco del proyecto existe la premisa de generar resultados preliminares concretos para posibilitar la continuidad de otros proyectos, pues se considera tal la magnitud de la problemática de los residuos en la región que amerita el aporte de propuestas concretas por parte de los sectores profesionales.
Para ello, identifican claramente las distintas fases y escalas del manejo de residuos, por considerar que la temática demanda acciones específicas que luego necesariamente deben articularse.
Así, se identifica la generación; almacenamiento y disposición inicial de residuos; recolección; tratamiento, transformación y recuperación de materiales; la transferencia y transporte; y la disposición final. A su vez, se analizan las escalas a nivel domiciliarios, de ciudad y a nivel regional.
“La problemática de los residuos no se circunscribe sólo a la recolección y disposición final como es común que se piense, pues se estima que el 50 por ciento del éxito de la gestión de residuos está en el manejo en domicilio y la vía pública” comentó.
Los residuos en la región NEA crecen a un ritmo que acompaña en acelerado crecimiento de las ciudades intermedias y grandes, lo que demanda políticas urgentes de abordaje.
En el marco del estudio se considera sin embargo un dato alentador el crecimiento de las ciudades de 20 mil a 50 mil habitantes en las que, a diferencia de las grandes ciudades como las capitales, “es más viable generar cambios de hábitos al ser ciudades nuevas”.
Al respecto, Berent señaló que el compromiso ciudadano se considera factor clave en todo plan de manejo de residuos, y en la región las experiencias de manejo se centran en la fase de recuperación en los lugares de disposición final, y son pocos los antecedentes que involucren una intervención a nivel de domicilio o vía pública.
Sobre las perspectivas del proyecto, comentó que a nivel domiciliario se está trabajando en la elaboración de propuestas factibles para las ciudades de la región tendientes a minimizar, recuperar y reciclar residuos, con compromiso de los ciudadanos.
En tanto, a nivel de recolección se promueve la recolección diferenciada y en la fase de tratamiento se proyecta definir técnicas de compostaje, biogás y reciclaje.
Como se considera la gestión de residuos una problemática regional, se analiza además la viabilidad de acuerdos jurisdiccionales sobre el manejo de residuos.
Berent reiteró que el proyecto encara estudios y propuestas con impacto en sus escalas de intervención, la domiciliaria y/o ciudadana, los gobiernos locales y las ciudades intermedias y las micro-regiones (provinciales), las provincias y, en su conjunto a la región NEA.
“El proyecto aborda de manera científica un tema de gran interés tecnológico, que permite la transferencia de resultados al medio productivo de manera inmediata”, concluyó.
Fuente: José Goretta (UNNE)
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No tropezar con la misma piedra.


Después de Twitter, no tropecemos en la misma piedra. Durante muchos años, las instituciones han desatendido su deber de construir espacios públicos en internet, con las consecuencias que vemos para la democracia

Elon Musk compró Twitter para ponerlo al servicio de su agenda personal, que ahora se centra en que Donald Trump gane las próximas elecciones. Ha quedado claro con su política de moderación de contenidos y en los mensajes que comparte en su cuenta, cuyo alcance ha crecido porque mandó alterar el algoritmo para que se muestren con más frecuencia. Muchas personas se están preguntando si vale la pena seguir en la red social renombrada X, pero su debilidad es la misma que tienen todas las redes sociales comerciales: pertenecen a empresas y se rigen según intereses privados, que no tienen por qué coincidir con los valores democráticos.


Si tenemos que extraer una conclusión, es que no se puede sustituir Twitter por cualquier otra plataforma y volver a dejar que el debate público quede a expensas del magnate de turno. Para pensar otra salida, podemos recordar cómo nació internet: la agencia norteamericana DARPA, con financiación pública, creó una red para conectar ordenadores que creció hasta convertirse en global gracias a su arquitectura descentralizada —sin ningún nodo imprescindible— y al uso de protocolos que permitían operar entre máquinas diferentes. Estos protocolos son estándares abiertos y a día de hoy siguen siendo la base de internet.


La centralización de las redes sociales lleva años siendo preocupante. Por eso, el W3C, un organismo internacional sin ánimo de lucro que vela por los estándares de la red, creó un protocolo abierto para ellas. Se llama ActivityPub y se publicó en 2018. Desde entonces han nacido numerosas aplicaciones para redes sociales descentralizadas e interoperables, es decir, que están instaladas en múltiples servidores y se comunican entre sí gracias a un protocolo común. Es lo que se conoce como fediverso, el conjunto de redes sociales federadas. La más exitosa es Mastodon, que comenzó como proyecto personal de un desarrollador alemán llamado Eugen Rochko. Toda persona que tenga una cuenta en algún servidor de Mastodon puede interactuar con cualquier cuenta del fediverso.


Tanto ActivityPub como Mastodon se comparten bajo los principios del software libre: se publica su código fuente y se permite su uso, estudio y modificación con total libertad. Es un marco beneficioso para la seguridad y la personalización, porque cualquiera puede detectar fallos o configurarlo según sus necesidades, y también para el crecimiento del proyecto: permite la colaboración entre empresas, investigadores, instituciones públicas y sociedad civil.


El fediverso está compuesto ya por cerca de 30.000 servidores. Algunos los gestionan colectivos ciudadanos y otros pertenecen a empresas o entidades públicas. La Comisión Europea tiene su propio servidor de Mastodon y, a partir de 2025, todos los organismos públicos de Países Bajos podrán solicitar su cuenta en el servidor de Mastodon de su Gobierno. ActivityPub está comenzando a ser adoptado por Threads, la nueva red social con la que Meta compite con X, y también funciona ya en WordPress, el software de gestión de páginas web más usado en el mundo.


Al fediverso le ha salido un competidor: Bluesky, otro sistema federado que utiliza su propio protocolo. Lo impulsa una empresa con ánimo de lucro, con sede en Delaware (un ‘refugio fiscal’ dentro de EE UU), que ha recibido 21 millones de dólares para desarrollar un código que también es abierto. El dinero proviene de Twitter, de donde salieron sus creadores y directivos, y de una sociedad de inversiones de Silicon Valley.


Que un sector ligado a las big tech esté experimentando con la descentralización es buena noticia, pero, de nuevo, debemos recordar lo aprendido en cuatro décadas de historia de internet. Desde los años noventa del siglo pasado, Microsoft ha aplicado una estrategia que consiste en desarrollar software basado en estándares abiertos, añadirle funcionalidades que causan problemas de interoperabilidad y acabar barriendo a sus competidores más pequeños. Así quedó probado por una investigación llevada a cabo por las autoridades antimonopolio de Estados Unidos, donde ahora también se está procesando a Google por abusar de su poder a través de Android, el sistema operativo de código abierto que creó para móviles.


Por ahora, quienes usan Bluesky dependen de infraestructura controlada por la empresa. La descentralización es técnicamente posible, pero es demasiado compleja para que otras entidades tengan incentivos para tomar papeles relevantes. No podemos saber qué harán los responsables de Bluesky en el futuro, pero el presente de Mastodon lo conocemos: está creciendo gracias a pequeñas empresas —entre ellas, una sin ánimo de lucro fundada por Rochko— y a una comunidad de colaboradores voluntarios de todo el mundo.


Durante muchos años, las instituciones públicas han desatendido su deber de construir espacio público online. Nuestras vidas digitales se han desarrollado en plataformas corporativas, con consecuencias ya conocidas para la opinión pública y la democracia. La Unión Europea lleva años hablando de soberanía tecnológica y trata de poner límites a los monopolios digitales. En lo que respecta a las redes sociales, con el fediverso Europa tiene una segunda oportunidad. Puede contribuir a impulsarlo de dos maneras: trasladando todas sus cuentas oficiales al fediverso e invirtiendo en financiar la mejora del software libre que lo hace posible. Al paso que avanza la vorágine expansiva de las big tech, más nos vale que nuestros representantes políticos no la desaprovechen.

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*https://elpais.com/opinion/2024-09-21/despues-de-twitter-no-tropecemos-en-la-misma-piedra.html?sma=newsletter_estadodeopinion&utm_medium=email&utm_source=newsletter&utm_campaign=estadodeopinion_2024.11.20


Marta G. Franco es consultora de comunicación y estrategias digitales. Ha publicado el libro Las redes son nuestras. Una historia popular de internet y un mapa para volver a habitarla (Consonni).

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